Todo el mundo relaciona el verano con el calor, la playa y chiringuito… huyendo de este tópico, las tormentas repentinas suceden a menudo en esta época del año. Justamente cuando estas disfrutando de una buena jornada en bicicleta por la montaña con un día estupendo, empiezan a aparecer las primeras nubes y tú aún estás por los primeros 10 km de calentamiento…
Y piensas, en un momento esto ahora se despeja, sale el sol y nos vamos a achicharrar, aún se va a derretir el aluminio con tanto calor. Unos pocos kilómetros más y ¿qué pasa? Todo lo contrario… Nos tenemos que sacar las gafas de sol porque se empieza a tapar más y no vemos bien, ya no se ve el sol, esta todo cada vez más negro y empiezan a caer las primeras gotas. El pensamiento es…bueno…. mientras aguante así, aún podré ir bien en bicicleta, así estaré más fresquito.
Empieza a llover con intensidad, evidentemente abres la mochila y no llevas chubasquero, ni chaqueta fina ni nada parecido, solo llevas tu gran bolsa de agua para prevenir el calor que hacía, y ahora parece que agua precisamente no nos faltará.
Entonces dudas si volver a casa lo antes posible, seguir con la ruta y acabar remojado como un pollo, o ponerte debajo de algún gran árbol de copa y esperar que afloje un poco.
Evidentemente, como que estamos practicando nuestra gran pasión, la retirada es lo último que se nos ocurre, estamos en nuestro tiempo, nuestro momento de goce y disfrute… como para pensar en terminar prematuramente, así que escogemos la segunda o tercera opción.
Ahora ya sí, cuando pensábamos que las cosas se estabilizarían, que en un ratito pararía de llover y hasta los más optimistas pensaban que después volvería a salir el sol y llegarían a casa secos… todo lo contrario. Se escucha el primer trueno, venga, va, vamos a seguir…tampoco es para tanto… ¡hasta que no vemos el peligro no somos conscientes de las cosas! Sigues pedaleando, levantas la cabeza y ¡pum! Ves caer el primer rayo, a unos 500m por delante de ti. Paras, reflexionas, esto ya no es broma… todos conocemos algún caso lejano de algún conocido que conoce a alguien que le cayó un rayo encima, o lo hemos visto en la tele en programas sensacionalistas de vídeos. Es importante saber que el aluminio de nuestras bicicletas y los que disfruten del carbono aún más, son auténticos para rayos con ruedas , atraen las fuerzas de la naturaleza, así que es mejor no estar encima suyo en caso de tormenta eléctrica ya con la salud no se juega. Si nos cae un rayo encima las consecuencias pueden ser muy graves, incluso llegando a la muerte o dejando secuelas muy graves.
Aquí tienes algunos consejos útiles en caso de tormenta eléctrica, si nos encontramos en la montaña…
– Ante todo mantener la calma, valorar la situación y actuar de forma lógica.
– Hay que separarse de todo lo que llevemos metálico, así como alejarnos de la bicicleta, ya que como hemos dicho el aluminio, y aún más el carbono atraen la electricidad, al menos separarnos 30 metros de distancia. Tranquilo, tenla vigilada, y cuando pase todo, recuperarás tu preciada bicicleta. Si tienes la mala fortuna de que cae un rayo encima de tu juguete, piensa que al menos te has salvado de un grave accidente.
– Si estamos en un lugar alto o encrestado hay que bajar, evitando crestas, lomas y aristas, y refugiarse en partes bajas no propensas a inundarse.
– La mejor posición para esperar que pase la tormenta es en cuclillas, quietos, lo más agachados posible, tocando el suelo sólo con las botas (la goma de las suelas es buen aislante). También podemos esperar sentados encima de un objeto aislante, una cuerda enrollada, o la mochila si no tiene armadura metálica.
– Podemos refugiarnos en el interior de una cueva si ésta tiene cierto tamaño (al menos metro y medio de profundidad y al menos dos metros de anchura) y si no hay un curso de agua en ella.
– Podemos protegernos en el interior de un bosque, mejor cerca de los árboles más bajos.
– Podemos protegernos en el interior de un coche o furgoneta, tras bajar la antena y cerrar las ventanillas y entradas de aire. (Se forma una ‘jaula de Faraday’ que aísla eléctricamente).
– Si estamos en un refugio, hay que cerrar todas las puertas y ventanas para evitar corrientes de aire, y apagar la chimenea.
– Si estamos cerca de una pared de piedra, hay que mantenerse al menos a tres metros de distancia, es decir, no pegados a ella.
– Alejarse de verjas metálicas, alambradas, vías de ferrocarril, instalaciones eléctricas o telefónicas, motocicletas o maquinaria agrícola que podrían actuar como pararayos.
– Apagar teléfonos móviles y walkie-talkies.
– Mantenerse alejado de rebaños y animales.
¿Qué NO hacer?
– No hay que correr, ya que la turbulencia de aire provocada podría atraer al rayo.
– No hay que protegerse bajo árboles o piedras aisladas, que podrían hacer de pararayos.
– No entrar en arroyos, charcas o lagos, ya que el agua es buena conductora de la electricidad.
– No usar paraguas con punta de metal.
– No coger ningún objeto metálico con las manos.
– No andar descalzo.
– No hay que quedarse en vaguadas, valles estrechos o zonas donde pueda acumularse el agua, para no vernos sorprendidos por una crecida.
– No protegerse en una tienda de campaña, ya que sus varillas metálicas podrían hacer de pararayos.
El rayo está cerca
Si notamos…
– Que se eriza el pelo.
– Que los objetos metálicos zumban como un enjambre de abejas.
– Que los objetos metálicos emiten destellos.
– Pequeñas descargas eléctricas entre compañeros.
– Estamos ante desplazamientos de cargas eléctricas, el aire se ha vuelto conductor, y el peligro de rayo es inminente. Hay que tumbarse en el suelo rápidamente, en la parte más seca que encontremos, manteniendo cierta distancia entre los integrantes del grupo.
Si un rayo alcanza a un miembro del grupo
– Podemos atenderle enseguida, ya que el rayo no queda en él.
– Hay que aplicar técnicas de reanimación (boca a boca si no respira, masaje cardíaco si no tiene pulso).
– En los puntos del cuerpo por donde haya entrado y salido el rayo habrá quemaduras, que hay que curar adecuadamente.
– El accidentado puede haber perdido la visión o el oído, tener trastornos nerviosos o algún hueso roto.
– Hay que pedir urgentemente asistencia médica.
Lo mejor, prevenir
Lo mejor es no vernos en la tormenta…
– Si vemos que se acumulan gruesas nubes con aire cálido y húmedo, y con turbulencias de aire, lo mejor es dar media vuelta y finalizar la excursión cuanto antes.
– Asimismo, en verano hay que comenzar las rutas temprano, para asegurar que terminamos antes de las cuatro de la tarde, evitando así los momentos de mayor probabilidad de tormentas.
¡Venga! Ya es hora de jugar con el barro y el agua que haya podido dejar la tormenta, y llegar a casa sanos y con una sonrisa de oreja a oreja. Si te ha gustado este post seguro que también te interesará el blog Agua y barro, una delicia para algunos.