Hoy, en nuestra sección de consejos de ciclismo, hablamos de la fatiga de los componentes que conforman una bicicleta, en concreto los que son fabricados en aluminio, ya que hoy en día aún siguen siendo la mayoría. Y es que la ciencia dice que el aluminio, al igual que el resto de metales, cuando son sometidos a intensas cargas cíclicas, tarde o temprano acaba sufriendo un desgaste y deterioro importante, aumentado las opciones de rotura. Hay que remarcar que a veces puede llegar aguantar cientos de millones de cargas antes de surgir signos de fatiga. Eso sí, el aluminio, tal y como dice la ciencia, tiene más predisposición a sufrir cualquier proceso de degeneración que otro metal.
¿Por qué os contamos este tema? Básicamente queremos informar a todos los usuarios que disponen de una bicicleta con unos años a las espaldas, que sean conocedores de que con los años hay más probabilidades de sufrir fatiga en sus componentes.
¿Eso quiere decir que tenemos de deshacernos de todos los componentes de nuestra bicicleta? ¡No! La fatiga viene marcada principalmente por la intensidad, el número de kilómetros que realizamos y el tipo de terreno por donde rodamos y a ello le tenemos que sumar la calidad de los componentes. No es lo mismo tener un manillar con 10 diez años de antigüedad de alta gama, de una marca contrastada a un producto de iniciación o de una calidad inferior.
Es importante saber que los fabricantes de prestigio someten a sus componentes a test de fatiga induciéndolos miles de ciclos de carga, asegurando su buen funcionamiento durante años. Algunos pueden pensar que las garantías que ofrecen los fabricantes nos pueden orientar un poco sobre “la vida de un producto”, pero la realidad es que su vida depende del estrés… Si tu bici llega a los 10 años de uso, aconsejamos analizar todos los componentes de nuestra bicicleta y sustituir los más críticos.