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Dopaje Tecnológico

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Desde hace muchos años, el ciclismo de competición lo rodea una mala fama, causada por los múltiples casos de dopaje, sin ir más lejos el del propio Amstrong.  Una lucha que se ha endurecido estos últimos años gracias a unas normas mucho más exigentes. Pero cuando creíamos que ya lo habíamos visto todo…ha sucedió un nuevo acontecimiento que ha cambiado la visión del dopaje. 

Y es que el último fin de semana de enero de este 2016, en el mundial de ciclocross sub23 disputado en Zolder, Bélgica, los inspectores de la prueba detectaron que una competidora, Femke van den Driessche, llevaba un motor auxiliar en su bicicleta. Algo que añade un potencial extra a la bicicleta. Se habla de entre 100 y 150 vatios más. Un extra suficiente para, según en qué pruebas, otorgarle la gloria al tramposo. La Uci no ha tardado a comunicar el escándalo como el primer caso de doping tecnológico, algo que ya se temían desde hacía un tiempo, sobre todo con el boom que esta generando el sector de las bicicletas eléctricas, pero que aún no se había podido demostrar.

Justo al terminar la prueba, la UCI hizo un control de algunas bicicletas que compitieron, desmontando parte de los componentes de las bicicletas, entre ellos la tija de sillín de la bicicleta de Femke van den Driessche en que se pudo ver rápidamente unos cables en su interior. Lógicamente, la corredora y el equipo negaron que supieran algo y revindicaron que alguien les había cambiado o modificado la bicicleta.

Este es el vídeo de la prueba de ciclocross disputada en Zolder. Mucha atención en el minuto 3:00 hasta el 3:20, donde se puede apreciar la progresión de la corredora belga y la facilidad con la que hace la subida:

Pero… ¿Cómo funciona?

El motor que se detectó a la corredora Belga y que la UCI está investigando,  se encuentra bajo sumo secreto y del que todavía no ha mostrado foto. Aunque ya han empezado a salir las primeras hipótesis, sobre todo después de poder ver que ya existen empresas como Vivax que ofrece al usuario la posibilidad de incorporar una ayuda en el pedaleo mucho más económica y discreta que una bicicleta eléctrica.  Por lo que se comenta es un sistema casi silencioso, indetectable en medio de una carrera, que se situaría dentro de la barra vertical en la que colocamos la tija y el sillín. La fuerza se transmite al eje de pedalier mediante una punta helicoidal. La batería va a parar a una mochila tras el sillín, pero es posible colocarla en un botellín, ya que el motor no mide más de 22 centímetros de largo, y tiene un diámetro de 31,6 milímetros. En alguno de los vídeos que circulan por la red se intenta interpretar que hay un botón que acciona el funcionamiento del motor. Otros hablan de que iría relacionado con el pulsómetro, entrando en acción cuando fuera necesario. Sea como sea debe haber un sistema que los accione, y por lo tanto, otra forma de pillar al infractor.

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De hecho, tras el descubrimiento del motor en la bici de Van den Diressche, ya se ha empezado a sospechar de ruedas que giran más de la cuenta. Los rumores ya se han extendido, por ejemplo el periódico italiano Gazzetta dello Sport ha sacó a la luz la existencia de ruedas “especiales” capaces de generar por vía electromagnética de 20 a 60 watts de potencia. Si bien el precio de estas ruedas puede parecer prohibitivo, ya que se venden a 200.000 euros, la Gazzetta sugiere que ya se están utilizando en competiciones. Si llega a ser cierto, estas ruedas funcionarían a través de una fuente electromagnética que se activada mediante un control remoto o automáticamente desde el monitor de frecuencia cardíaca del ciclista.

Sean ciertos o no los rumores, el primer caso ya ha salido a la luz marcando un antes y un después en el ciclismo, la sociedad evoluciona y el dopaje por lo visto también….¿Qué nos depara el futuro?

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